La vida sin emociones simplemente no sería vida, ¿no crees? Pero, ¿cómo logras que las emociones que experimenta tu hijo no lo sobrepasen? ¿Cómo lo ayudas a que las controle? ¿Cómo consigues que no sufra demasiado, o que no actúe como un toro embravecido cuando se enoja?
Mmm… Piénsalo por un momento. ¿Quieres que tu hijo actúe como un robot programado a la perfección para ser capaz de medir sus reacciones ante cualquier situación que se le presente? Probablemente, tu respuesta sea que no te gustaría que ese fuera su comportamiento.
Por lo tanto, la clave no está en reprimirlas, sino en trabajar las emociones para alcanzar una mejor gestión de las mismas, para poco a poco llegar a derrotar la impulsividad.
El objetivo de trabajar las emociones es que toda la familia sepa que no existe motivo para avergonzarse por sentir, que se puede hablar de lo que siente con naturalidad, porque la gente se alegra, se enoja, se entristece, se aburre y siente miedo. ¡Es lo normal!
En suma, deja que tu hijo viva sus emociones, ¡todas!, las positivas y las negativas. Luego, habla con él, conversen sobre lo que sintió, intenta que te explique y le ponga nombre a sus emociones.
Acompañar a tu hijo en esta reflexión es una parte importante de trabajar las emociones, para que pueda ir adquiriendo las competencias que lo hagan capaz de manejar mejor sus emociones.
Pero tal vez esta vía te resulte difícil y no siempre estarán dispuestos ambos para hablar. Eso pasa, es normal. No te preocupes, también tienes como aliado en este proceso de trabajar las emociones una serie de actividades sencillas y divertidas que puedes practicar a diario. Han sido probadas en el aula y en el hogar para que tu niño aprenda a reconocer, nombrar y gestionar las emociones.
Los ejercicios que te proponemos son útiles también para los padres, pues es fundamental que se involucren en el autoconocimiento de sus emociones. Solo de esta forma estarán mejor capacitados para proporcionarle el acompañamiento apropiado a sus hijos durante todas las etapas del crecimiento.
Los papás tienen la responsabilidad de gestionar sus emociones para servir de ejemplo a sus hijos. Una mamá que pierde el control con frecuencia, que solo sabe gritar y actuar con agresividad, transmitirá ese ejemplo a sus hijos, inevitablemente. Recuerda, eres un modelo, esfuérzate en poner en práctica en situaciones reales lo aprendido en los ejercicios.
Te proponemos cinco ideas con las que puedes comenzar a trabajar las emociones con tu hijo. A partir de estas sugerencias, podrías pensar en muchas otras actividades, solo queremos que estimulen tu imaginación.
1. Construir un libro de emociones
Para ayudar a tu hijo a identificar las emociones, a saber cómo nombrarlas y ampliar su vocabulario sobre el tema, sugiere construir en familia un libro que contenga todas las emociones. No te alarmes, es más fácil de lo que crees.
Piensa que es una actividad ideal para trabajar las emociones con niños desde los dos años hasta incluso adolescentes. Intenta motivar a toda la familia a que participe.
Lo primero que deben hacer es buscar fotos o imágenes de personas o personajes ficticios en las que sea evidente que están expresando una emoción.
Luego, cada día o cada vez que se reúnan a jugar, cada participante identifica la emoción que se expresa en una fotografía y la clasifica, partiendo de las más básicas: amor, alegría, tristeza, enojo, miedo, asco, calma.
Después, en un cuaderno o en un papel grande pegado en una pared se pegan las fotografías acompañadas con el nombre de la emoción que representan.
Para terminar, hablen de lo que sucede cuando se experimenta esa emoción, qué sensaciones se manifiestan en nuestro cuerpo, qué pensamientos nos surgen cuando la sentimos y cómo podemos actuar cuando nos sentimos de esa forma.
2. Inflar globos de emociones
Otra manera de jugar con tu hijo para trabajar las emociones y aprender cómo reconocerlas, es utilizando globos de colores. Esta es de las ideas más divertidas.
Se comienza inflando los globos uno por uno, y dibujando con un marcador en cada uno de ellos una carita que exprese la emoción que deseen identificar con un color.
Por ejemplo, el rojo podría ser enojo y el amarillo podría ser alegría. Eso lo decidirán en familia. Lo que sí es importante es que a medida que van inflando y pintando los globos, conversen acerca de cada una de las emociones, cómo se llaman y cómo los hacen sentir.
3. Canalizar las emociones en una rueda
Otra de los ejercicios que puedes practicar para trabajar las emociones con tu hijo, se llama rueda de opciones. Tampoco es complicado, no te preocupes.
El objetivo de este recurso es ayudar a los niños a recordar cuáles son las opciones que tiene para canalizar las emociones desagradables: rabia, enojo, frustración.
¿Cómo lo haces? En un momento en que el niño esté relajado y tú también, invítalo a redactar una lista de cosas que podría hacer cuando se enoja, que sean distintas de gritar o pegarle a otro. Déjalo que se exprese y diga lo que piense y sienta sin juzgarlo.
Luego de hacer la lista, dibujen o impriman un círculo, y divídanlo entre el número de cosas u opciones que hayan escogido de la lista.
Después, en cada una de las partes, dibujen o escriban una idea, y coloquen un soporte en el centro del círculo para terminar de construir la rueda.
Cuando el niño sienta mucha rabia o sienta que ya va a explotar, puede acudir a la rueda, hacerla girar o escoger al azar con su dedo una de las cosas que puede hacer en lugar de estallar.
4. Ser tú
Una actividad ideal para trabajar las emociones y fomentar la empatía, es jugar a ser el otro. Se trata de un ejercicio ideal para realizar con hermanos, primos, amigos o compañeros de clase.
Consiste en escribir en unas tarjetas preguntas como: ¿cuál es tu color favorito?, ¿cuál es tu platillo preferido?, ¿cuál es la comida que aborreces?, ¿con cuál compañero te gustaría jugar en el recreo?
Se colocan todas las tarjeta boca abajo y se van agarrando por turnos y cada cual va contestando como si fuera el de al lado. Será divertido oír las respuestas y cómo son aprobadas y refutadas, ¿a qué no puedes esperar a probar este juego?
5. Representar las emociones
Los juegos de roles o representaciones teatrales son otra forma divertida de trabajar las emociones y practicar la resolución de conflictos.
Tu hijo podrá adquirir las herramientas para afrontar la misma situación representada si le sucede en la vida real. Además, se hará más consciente de las emociones que experimenta ante un conflicto y también sobre cómo reaccionan los demás.
Anímate a armar un teatro en casa, quizás quieras invitar a otras mamás a conseguir una buena historia que sea divertida y enriquecedora para los niños.
¿Qué te parece? ¿Te gustaron estas ideas? Seguramente, ya estás planeando cómo hacerlas, o tu imaginación ya está volando para crear juegos y ejercicios de emociones. Será una gran experiencia para toda la familia.