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niño pensando y estudiando

¿Éxito académico, niños felices?

Que tus hijos alcancen el éxito académico puede llegar a convertirse en una obsesión que lejos de garantizar un buen rendimiento escolar acorde con tus altas expectativas, los podría perjudicar emocional y físicamente.

 

Entonces, presta atención a lo que leerás a continuación para que no seas una de esas mamás que exageran en sus exigencias para que sus niños tengan un rendimiento escolar exitoso.

 

Es característico de los tiempos actuales que los padres se enfoquen en asegurar para sus hijos, desde que son pequeños, una formación académica que los prepare para competir con los mejores, y les abra las puertas para tener un futuro profesional lleno de éxitos y prosperidad económica.

 

Por lo tanto, existen padres que presionan a los hijos desde que están en los primeros grados de la escuela para que logren un alto rendimiento académico que se refleje en la boleta de calificaciones.

 

“Si no sacas excelentes calificaciones, te quedarás burrito, mientras tus amigos serán médicos e ingenieros”.

 

“Con esas notas no entrarás a la universidad, no conseguirás una beca, no encontrarás un trabajo que asegure tu futuro”.

 

¿Te suenan estas frases? Esperemos que no, porque de lo contrario, tienes mucho que reflexionar.

 

Deja que los niños sean niños

 

En muchos casos, el nivel de expectativas y exigencia de los padres se eleva de tal manera que los niños casi olvidan que son niños. Se convierten en personas dedicadas a tiempo completo a obtener las mejores calificaciones, y a llenar su tiempo fuera de las aulas con actividades extraescolares con la idea de que también los conduzcan por la ruta de los más exitosos.

Pero, presta atención, si sigues ese camino, si obtener el éxito académico se convierte en la principal prioridad en tu casa, tus hijos no serán felices.

 

La presión y las expectativas sobre los niños podrían afectar su desarrollo y salud, y mermar su potencial. Y eso significa que el resultado podría ser el contrario al que esperas: un rendimiento escolar deficiente y un aburrimiento hacia la escuela y demás actividades fuera del aula.

 

Además, el niño podría tener dificultades para construir relaciones saludables debido a que no juega ni descansa.

 

Como madre debes estar clara que tus hijos no valen por las notas que obtienen, valen por lo que son: seres humanos.

 

Así mismo, debes estar consciente de que lo más importante es que tus hijos se desarrollen y vivan cada etapa de sus vidas a plenitud. Esto supone que el niño debe dedicar tiempo a jugar, al ocio, a la diversión y a la calma. Esto es vital para su buen desarrollo físico y mental.

 

Vivir la infancia o enterrarla

 

No permitas que tus hijos sacrifiquen su infancia por lograr el éxito académico. No los conviertas en versiones de adultos estresados, angustiados y deprimidos, y todo porque quieren ser los mejores a costa de cualquier sacrificio, en una sociedad que cada vez más mide la felicidad por el éxito profesional y económico alcanzado y que no tolera el fracaso.

 

Otros de los peligros de la presión agobiante por conseguir el éxito académico, son:

 

  • El miedo al fracaso se comienza a experimentar desde la niñez. Esto, lejos de convertirlos en adultos independientes y emprendedores, hará que se sientan inseguros al momento de asumir riesgos profesionales y personales porque podrían fracasar.

 

  • Produce en los niños una pérdida de autoestima. La búsqueda del éxito y el perfeccionismo, creer que nunca será suficiente para no quedarse atrás en el camino de los más competitivos y prósperos, genera una merma en la autoestima. Los niños podrían convertirse en adultos que piensan que no son lo suficientemente buenos para merecer amor, y que vivan en función de las opiniones y aprobación de las demás personas.

 

Entre los peligros a nivel físico que podría manifestar un niño sometido a presión por tener éxito académico, están:

 

  • Insomnio

  • Ansiedad

  • Dolores de cabeza

  • Problemas estomacales

  • Dificultades para concentrarse

  • Problemas para desarrollar habilidades sociales

Encontrar el equilibrio sin temor

 

El objetivo que debes plantearte es conseguir un equilibrio entre el tiempo dedicado al estudio y al esfuerzo, y a disfrutar la niñez sin más pretensiones que simplemente vivirla.

 

Se trata de una reflexión que debes hacer individualmente como madre, pero es conveniente que el análisis lo hagan juntos familia y educadores. Solo así podrían lograrse avances, como por ejemplo, establecer límites a las tareas escolares diarias y no mandar deberes para hacer los fines de semana ni durante las vacaciones.

 

No temas ir contra la corriente. Ya en el mundo se están dando ejemplos de cómo poner límites a las tareas y promover horarios equilibrados, favorece el estado emocional de los niños, previene la ansiedad y la depresión.

Igualmente, no pienses que cesar el empeño por el éxito académico se traducirá en un mal rendimiento escolar.

 

Todo lo contrario, esta medida puede ayudar a que el rendimiento de tu hijo mejore. Estará más tranquilo, pues no sentirá la presión ejercida sobre él para que sea exitoso y competitivo, y dedicará tiempo a las actividades propias de la niñez, lo cual lo beneficiará desde el punto de vista físico y emocional.

 

¿Cómo puedes conseguir el equilibrio del que hablamos?

 

  • Enfocarte en desarrollar en tus hijos la creatividad, la sensibilidad, el manejo de sus emociones y la empatía hacia los sentimientos de otras personas.
  • Elogiar los logros y esfuerzos de tus hijos cuando se los merezcan.
  • Demostrarle amor a tus hijos, y darles apoyo y refugio cuando tengan un mal día. Que sepan que los amas incondicionalmente.
  • Hacer que se sientan respetados, e inculcarles la importancia del respeto hacia los demás.
  • Prestar atención a sus intereses, a las cosas que les gustan, y dejarlos que los cultiven sin ejercer presión y sin criticarlos.
  • Estar consciente que cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje y que no tiene que ser necesariamente igual a los demás.
  • Estimular a que tus hijos piensen por sí mismos, darles el espacio y libertad para que experimenten, tomen sus propias decisiones y se equivoquen.
  • Tener siempre en cuenta que la felicidad no se mide por obtener las mejores calificaciones.

 

 

 

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