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Gestiono mis emociones y luego la de mis hijos

Los padres tenemos un papel fundamental en la educación emocional de nuestros hijos. Como mamá te preocupa cómo tu hijo gestiona sus emociones, haces todo lo que está a tu alcance para ayudarlo. Buscas información y herramientas, le dices a tu hijo qué tiene que hacer, o cómo se tiene que comportar ante una determinada situación.

Quizás este camino de gestión emocional para tus hijos no está funcionando, y te preguntas por qué. La razón podría estar en que no has logrado gestionar primero tus propias emociones, porque tal vez no has sido formada ni posees todas las competencias para la gestión emocional.

Suena algo fuerte, ¿verdad? ¿Lo habías pensado? La buena noticia es que, hay soluciones, puedes mejorar.

Lo primero que debes tener claro es que eres un modelo de comportamiento para tu hijo. Por lo tanto, tienes la gran responsabilidad de conocerte y reflexionar sobre tus propias reacciones emocionales. Es complicado digerirlo, lo sabemos, pero tienes que intentar cada día prestar atención a tus formas de reaccionar porque estas afectan las emociones de tu hijo.

Siendo consciente de tus emociones, podrás influir en tu hijo, podrás acompañarlo y ayudarlo a identificar las suyas, a aceptarlas, a pensar y decidir qué hacer con el enojo, la ira, la tristeza o el miedo. Si mejoras tu gestión emocional, no lo dudes, tu hijo también la mejorará, porque te imitará.

Además, las relaciones en la familia mejorarán, habrá más armonía, tranquilidad y diálogo, y también contribuiremos a tener una mejor sociedad, con personas más centradas y emocionalmente estables.

Todos creceremos juntos, eres maestro y ejemplo para tus hijos, y ellos también son maestros para ti. Es grande la responsabilidad, pero también el poder que tienes para evolucionar como persona y darle a tu hijo los mejores recursos para su desarrollo.

 

 

Pasos de la gestión emocional

Todos hemos sentido en algún momento que ser papás es una tarea agotadora, ¡y es así. Es perfectamente comprensible sentirte agobiada, cansada, frustrada, triste, con miedo. Solo detente un segundo, date un respiro, para tomar conciencia de tres pasos que te recomendamos seguir para gestionar tus emociones:

  • Reconocer la emoción

  • Dejar fluir la emoción

  • Gestionar la emoción

 

Reconocer la emoción

El primer paso para lograr una eficiente gestión emocional es reconocer la emoción, saber identificarla. ¿Cómo lo haces?

  • Observa tus sensaciones corporales, tu respiración y postura.
  • Localiza la parte de tu cuerpo que reacciona ante una situación: estómago, pecho, orejas, cabeza.
  • Reflexiona sobre ese registro corporal, asocia cada tipo de emoción con la reacción física que te haya producido.

Con este ejercicio, intentando identificar tus sensaciones físicas, podrás reconocer la emoción y el momento en que está cerca de estallar una reacción negativa. Igualmente, el recurso es válido para las emociones positivas: el amor, la alegría, la calma, la esperanza, la diversión, la gratitud.

La idea es que te conozcas en lo bueno y en lo no tan bueno, y el autoconocimiento comienza tomando conciencia de nuestro propio cuerpo.

Dejar fluir la emoción

 

El segundo paso es dejar que la emoción fluya. Esto quiere decir que la aceptes, que no la niegues ni intentes sofocarla ni cambiarla. Déjala correr, pero tampoco la alimentes porque te engullirá. Es decir, no le dediques demasiados pensamientos porque se instalará en ti, entonces te costará más gestionar la emoción.

Con este comportamiento das el ejemplo a tu hijo en la gestión emocional: las emociones hay que expresarlas y aceptarlas. No hay nada de malo en ello.

Para resumir, ya has identificado la emoción, ahora permites que se manifieste, la sostienes, y tomas conciencia de cuándo estás a punto de que te desborde. En ese momento, decides cómo actuar, tal como verás en el tercer paso.

Gestionar la emoción

 

Gestionar la emoción es decidir qué haces con ella, cómo vas a comportarte. Tu cuerpo ya está manifestando la emoción, si tu respiración se acelera y tus músculos se tensan, para un momento, respira profundo tres veces, concientiza dónde está la tensión muscular e intenta relajarla.

Como leíste unos párrafos atrás, es importante no alimentar en exceso a la emoción. Gestionar la emoción es también intervenir los pensamientos que dan vueltas y vueltas sobre la misma rabia, resentimiento, tristeza, angustia, temor. No permitas que se alargue ese estado emocional.

Por supuesto, no es sencillo, pero con la práctica, constancia y autoconocimiento puedes lograr no quedarte atorada en los mismos pensamientos sobre tus sentimientos ante una situación determinada.

Foco en los papás

 

En la gestión emocional, el foco tiene que estar en los papás. Entonces, ¿qué esperas? Pon el foco en ti misma, no en lo que el niño haga.

Si actúas solo en función de su desobediencia o rabieta, no conseguirás calmarlo. Primero tú, antes busca la calma en ti. Procura no repetir lo que siempre haces y no da resultado, pues con frecuencia termina en más peleas y frustraciones. Cambia la fórmula, actúa con firmeza pero con conciencia de lo que haces. Luego, cuando la tormenta pase, habla con tu hijo, ayúdalo a reconocer y a razonar sus emociones.

Así mismo, busca retroalimentarte con cada situación que afrontes, no existe la perfección, tampoco lo olvides. Sí existen maneras de sortear con más eficiencia las emociones intensas, y los altibajos emocionales en la familia durante la crianza de los hijos. Es posible comprender los sentimientos de tu hijo y guiarlo en la gestión de sus emociones.

En el proceso de reflexión sobre tus emociones, puede ayudar hacerte preguntas como:

  • ¿Por qué me siento así?
  • ¿Qué es lo que me está molestando, entristeciendo o dando miedo?
  • ¿Qué puedo hacer para que esta emoción no me desborde cuando vuelva a presentarse?
  • ¿De qué manera podría actuar, cuáles decisiones puedo tomar, ante una emoción para gestionarla mejor?

Igualmente, podrías ayudarte a responder estas preguntas escribiendo o hablando con otra persona, un familiar o un amigo. Incluso si sientes que necesitas recursos profesionales, no dudes en buscarlos. Es tu bienestar y tu felicidad; ambos repercutirán en tus hijos.

No pierdas de vista que la responsabilidad mayor en la gestión emocional es tuya como adulto, como madre, como formador de un niño.

 

A propósito de la gestión emocional, queremos compartir contigo»Cuerdas», es el segundo cortometraje de Pedro Solís García, ganador del Goya® 2014 en la categoría de «Mejor cortometraje de animación español».

Una oda a la empatía 🙂.

 

 

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