La maternidad es bastante demandante, lo sabes de sobra. El estrés de la maternidad existe por más que la publicidad y la gente no lo diga en voz alta.
Son mil y una cosas de las que debes estar a cargo, que muchas veces crean situaciones agobiantes que te generan estrés, un estado que origina reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos que podrían llegar a ser graves.
Es la faceta que no nos suelen contar de la maternidad y que también solemos invisibilizar por presión social. La maternidad no es un camino de rosas, también te topas con espinas con las que hay que lidiar y que provocan heridas que hay que saber curar para seguir adelante.
La maternidad supone cambios y problemas que tienes que manejar lo mejor posible para mantenerte saludable física y emocionalmente y poder criar de manera plena a tus hijos.
Estar disponible para los hijos, atender las labores domésticas y cumplir con el trabajo, sin olvidar ocuparte de ti misma (aunque muchas veces lo haces), representa un desafío que debes enfrentar a diario.
Es posible que en ocasiones sientas que no puedes con todo, los hijos, la casa, el trabajo, y te sientas cansada e irritable. En este escenario corres el riesgo de caer en estados más graves como la ansiedad, la depresión y la fatiga extrema. Por esta razón debes estar atenta y cuidarte.
¿Qué puedes hacer para mantener bajo control el estrés de la maternidad?
Identificar el estrés de la maternidad
Lo primero que te conviene hacer es identificar los síntomas físicos y emocionales de tu estrés, y reconocerlos cuando están por aparecer o ya están contigo. Tomar conciencia de tu estado, te ayudará a utilizar mejor los recursos a tu disposición para bajar tu nivel de estrés.
Cada persona vive el estrés de diferente manera, solo tú puedes saber cuándo estás estresada, qué siente tu cuerpo y cuáles son tus emociones cuando el estrés sube de nivel.
Como síntomas físicos, algunas personas sienten tensión muscular o que se acelera el ritmo cardíaco; otras padecen síntomas gastrointestinales o trastornos del sueño. En otras, el estrés se manifiesta con cansancio o infecciones. Pensar un poco sobre tus síntomas físicos y en qué momentos aparecen, te dará idea de cómo tu organismo reacciona al estrés.
Con respecto a las emociones, bajo el estrés de la maternidad podrías sentir nerviosismo, preocupación en exceso, tristeza, apatía, irritabilidad o disgusto.
Igualmente, tu conducta cambia cuando estás estresada. Podrías, por ejemplo, tener dificultades para concentrarte, desear no ver a familiares ni amigos, pelear con frecuencia con quienes te rodean, comer más o no comer lo suficiente.
Cuida de ti
Un recurso que te ayudará a sobrellevar mejor el estrés, es cuidar de ti, empezando por la alimentación: trata de mantener la mejor dieta posible en medio de tus obligaciones familiares y laborales.
Esto significa comer de manera balanceada, con abundantes y variadas raciones de frutas y vegetales, y no saltarte comidas.
Así mismo, intenta hacer del ejercicio una rutina diaria en tu vida. Te revitalizará, será un tiempo que dediques a ti misma que te hará sentir bien y con más energía para afrontar el estrés de la maternidad.
También puedes incorporar como práctica la meditación, los ejercicios de respiración o, al menos, tomarte 15 o 20 minutos durante los cuales puedas estar sola sin necesariamente estar pensando en nada que tengas que solucionar. Oye la música que te gusta, lee el libro que empezaste, baila al ritmo que te apetezca. Es un respiro, nada más.
No olvides que el descanso es fundamental, prioriza las tareas de hogar y trabajo, a fin de asegurar que duermas 7-8 horas diarias, para que tu cuerpo y mente logren recuperarse.
Igualmente, para cuidar de ti es necesario que encuentres tiempo junto a tu pareja para divertirse, salir aunque sea un rato a tener momentos de disfrute juntos.
No seas demasiado exigente
Tienes que aceptar que no puedes hacer todo de maravilla, no te creas supermujer, no lo eres. Ten paciencia contigo misma, si no pudiste hacer algo hoy, pues quedará para mañana o pasado.
No te reproches ni te culpes cuando te equivoques, reflexiona sobre lo sucedido, intenta hacerlo mejor la próxima vez, y sigue adelante.
También asume que no puedes controlarlo todo ni siempre puedes cambiar las cosas para que sean como deseas.
Del mismo modo, acepta cuando no puedas con todas las responsabilidades y demandas, y no temas pedir ayuda, sobre todo a tu pareja, o delegar en ella.
Así mismo, no dejes de compartir lo que sientes, evitar reprimir tus emociones y quedarte atrapada en pensamientos negativos del tipo “soy una mala madre”. Más bien, habla con tu familia sobre tus sentimientos y cómo podrían cambiar las situaciones que más te generan estrés.
Otro de los recursos que te ayudará es compartir con otras madres. Verás que el estrés de la maternidad es común, podrás desahogarte, recibir y dar consejo y consuelo. En suma, es un ejercicio que te hará saber que no estás sola, que hay millones de mamás sintiendo lo que tú sientes.
Organízate y planifica
No es fácil, en especial cuando debes conciliar tu rol como mamá y como mujer trabajadora, pero sí es posible llevar tu día a día de forma planificada.
Puedes hacerlo usando la agenda, el calendario y anticipando cuáles serán las horas o los días más ocupados de la semana. Establece prioridades en las tareas, delega y adelanta tareas cuando sea posible hacerlo.
Si tu nivel de estrés se incrementa, si ya sientes que no puedes controlarlo y está afectando tu salud física y psicológica, lo más conveniente es que busques ayuda profesional. Un psicólogo te dará el tratamiento adecuado para el estrés, no lo pienses dos veces si crees que ya no puedes más.